8/03/2007

Los Números no mienten

El vehículo de comando se movía lenta y pesadamente en medio de las explosiones y disparos, balanceándose sobre sus patas a través del mar de cráteres. En su interior el comandante Sinter observaba de primera mano el desastre.
- ¿Sigues considerando que son humanos?
Mel Sinter volteó sorprendido a su izquierda; la oficial Nemar, su mano derecha, lo sacó de su ensimismamiento como solía hacer. Volvió a mirar la terrible escena que se desarrollaba ante sus ojos.
Las enormes máquinas de guerra controladas por sus mujeres se desplegaban por el campo de batalla, disparando, golpeando, masacrando las diminutas figuras que se les oponían; una alfombra de cadáveres se extendía de horizonte a horizonte. Pero lo más asombroso era que continuaban llegando, seguían saliendo de las grietas, de las montañas, de los bosques.
– ¿De donde salen? –fue la única respuesta que consiguió dar.
– Salen de todas partes, y continúan saliendo y saliendo, así fue como nuestro ejército perdió el otro continente – explicó Shenira – Por esto necesitamos su ayuda, pero parece que ustedes tienen tantas dificultades como tuvimos nosotras.
Mientras tanto una de las maquinas de combate era derribada por los diminutos enemigos, el inmóvil exoesqueleto cayó como una inmensa torre aplastando a los hostiles que consiguieron su derrota.
– No podemos perder a la piloto – Ordenó Sinter a través del micrófono – aseguren el área donde la plataforma de ataque acaba de caer.
– Los condenados parecen saber cuales de las plataformas llevan a las pilotos y cuales están controladas desde lejos – Agregó Nemar.
– Deben tener algún dispositivo que les permite descifrar nuestras comunicaciones – Sugirió Shenira.
– No, basta con que puedan detectar cuales son los aparatos que reciben el mayor flujo de comunicaciones – Explicó Sinter.
– Deberían estar atacándonos a nosotros entonces – dijo Nemar.
En ese momento el vehículo fue golpeado por un disparo.
– Exactamente – Respondió Sinter.
Mientras tanto un escuadrón había limpiado el área de enemigos alrededor de su compañera caída y formaban un muro protector alrededor del robot destrozado; mientras las otras continuaban disparando una de las pilotos bajó de su aparato y comenzó a luchar con la cerradura de la cabina que mantenía prisionera a la piloto.
En el interior el sonido del forcejeo despertó a Miranda, por un momento se asustó al observar la figura frente a ella a través de la cabina, pero entonces reconoció los colores de la armadura.
Al abrir la cabina fue llevada hasta un pequeño vehículo de largas patas que la llevaría de vuelta a la base en donde seguramente la subirían a una nueva plataforma de combate, antes de alejarse demasiado escuchó al sargento ordenando a las pilotos.
– La mujer está a salvo, no hay necesidad de cuidar la chatarra, ¡muévanse!
Con Miranda iba un nutrido grupo de mujeres, reconoció a la veterana de guerra que se hallaba tirada en el medio del pasillo; era la misma mujer que había estado con ella en el transporte al entrar al planeta.
– ¿Qué pasó? – preguntó arreglándole el cabello.
– ¡Hey! Parece que Dimitri te trata mejor que a mi – respondió tratando de sonreír.
– ¿Qué pasó? – Preguntó Miranda de nuevo – ¿como es que hay tantas de nosotros en este bot?
– No lo sé bien, parece que me derribaron y cuando mis compañeras intentaron rescatarme…
– ¿Qué?
– Los Terranos detonaron una bomba que habían dejado cerca, bueno, eso parece no estoy segura; yo estaba inconsciente.
– ¿Los viste? ¿Son humanos igual que nosotras?
– Hablan como nosotras, se mueven como nosotras, se parecen a nosotras, pero…
– Pero… – La mujer tenía la misma sensación de Miranda, aquellas criaturas, aquellos “Terranos” eran muy similares a los humanos pero…

Sinter se reunía con los pocos generales que había podido tomar prestados de su padre; Mientras la batalla continuaba en el exterior, Nemar les presentaba un resumen.
– Lo que hemos visto hasta ahora parece indicarnos que efectivamente son humanos sin embargo…
– Imposible – dijo Julios uno de los generales más viejos – Se supone que llevan peleando de esta misma forma desde hace meses si no me equivoco – Shenira asintió dándole la razón – Entonces amigas y amigos míos déjenme hacerles una simple pregunta ¿que comen? A ver hagamos algunos cálculos ¿Cuales han sido nuestras perdidas y cuales son las perdidas de ellos?
Nemar miró su pantalla – Hoy perdimos unas tres mil mujeres y unas mil ochocientos plataformas
– Las maquinas no cuentan para nada – la interrumpió Carlon otro de los generales – las mujeres de aquí abajo tienen una enorme capacidad de producción, se han perdido dos docenas de miles de robots, pero solo hoy se han fabricado diez veces más.
– Nuestros enemigos a su vez parecen poder fabricar gente en la misma forma en que nosotros fabricamos nuestros robots – agregó Sinter.
– Una máquina puede dejarse apagada en un hangar sin consumir energía; pero ¿como se están alimentando ellos? Uno no puede simplemente apagar un ser humano.
– A menos que no sean humanos – agregó Nemar.
– Tu lo has dicho – asintió Julios.
En ese momento el comunicador de Nemar comenzó a sonar, mientras Shenira, Mel y los otros generales continuaban discutiendo ella recibió la noticia.
– ¡Almirante Sinter! – Exclamó interrumpiéndolos a todos – han atrapado a uno de ellos con vida.